09 marzo, 2008

Puré de verduras 'in memoriam'.

El transistor anuncia quince grados. El día es soleado de marzo y por la ventana abierta de la cocina la luz despierta un blanco luminoso en el azulejo, en los armarios cerrados, en las encimeras. Mamá nunca me habría dejado fumar en la cocina, pero Matilde sí, con Mati fumábamos en toda la casa. No es que fumáramos todo el rato, ni que nos acompañara siempre una aureola de humo y cáncer, pero si teníamos que echar un pitillo lo echábamos, daba igual que estuviéramos en la cocina o en la cama. Enciendo un Haknuh Man de los que me trajo Lidia de Camboya y saco la botella de aceite del armario de debajo de la cocina. Dos zanahorias, un pimiento verde, un pimiento rojo -me recreo unos segundos en la textura de los pimientos mientras busco el calabacín-, un calabacín, tres tomates canarios (me viene a la cabeza mientras los miro que los tomates tienen licopeno y gastan propiedades antioxidantes), una berenjena que compré ayer, los dos puerros que me quedan. Busco en la nevera el caldo que me sobró hace unos días mientras el tipo de la radio habla de Anthony Pellicano, al que le ha llegado la hora del banquillo. Encuentro tres porciones de queso fundido, de los que de niño me daban para llevar al colegio junto con el bocadillo de mortadela o de chocolate; también servirán. Saco el salero y la pimienta y los dejo junto a la botella de aceite de oliva. Me gusta ver todos los ingredientes juntos antes de cocinar, sólo me falta la cebolla. La cebolla la guardo en el armario que hay bajo el fregadero, con las patatas. Escojo una bien grande, aunque sólo voy a necesitar media.


La voz aburrida y grave me informa: ha fallecido Buddy Miles. Se desconocen las causas de la muerte, aunque se sabe que padecía del corazón. Apago la radio, saco una olla, reluciente plata inoxidable, y la pongo bajo el grifo. Un puño y medio de agua será más que suficiente. Ha muerto Buddy Miles, hagamos el puré en su memoria. Rebusco entre los discos, la ocasión merece escuchar el 'Electric Ladyland' -recuerdo de pronto que también Winwood colaboró en el disco. Buddy Miles, yo te produzco un disco, tú me tocas la batería, luego te produzco otro disco... y así. Miles y Hendrix, Hendrix y Miles, y también los otros gitanos, y Santana cuando sabía hacer música, y luego las drogas y la cárcel y la rehabilitación y más música, más ritmos del mundo, más psicodelia, David Bowie, más Buddy Miles. Enciendo la cocina de gas y pongo la olla al fuego.


Abro una cerveza... veamos, Rainy Day, Dream Away, empecemos por Rainy Day, Dream Away. Me gusta lavar los pimientos, me gustan los tomates cuando reposan sobre la tabla de madera, me gusta cuando quedan pequeñas gotas haciendo brillar la piel roja del tomate, suave, limpia, tersa. Pelo la berenjena, el calabacín, raspo con el mismo cuchillo las zanahorias y lo troceo todo, también el blanco de los puerros. Quito las dos primeras capas de la cebolla, la parto por la mitad, le atravieso el corazón y la ataco con el cuchillo. Rítmicamente. Me gusta pelar y cortar cebollas, siempre me gustó. Después me aclaro las manos con agua fría, sin frotarlas, dejando sin más correr el agua sobre mis dedos. Es aquí donde empieza el festival de aromas de la cocina. Con el vapor de la cebolla comienza la fiesta. Si por mí fuera, casi seguro no me lavaría las manos, las dejaría oliendo a cebolla fresca. Todas las hortalizas troceadas y de la tabla a la olla, también los quesitos justo cuando empezaba el agua a salpicarse de pequeñas burbujas de vapor, antes de empezar a hervir. Añado el caldo, dos pellizcos de sal, una leve lluvia de pimienta.


Voy a por otro pitillo, a sentarme con la cerveza fría en la mano, con el sol de mediodía en la cara y Hendrix y sus gitanos dándole sabor al puré de verduras. Sólo queda esperar. Esperar, triturar, reposar. Disfrutar.

1 Comments:

Blogger José Vega said...

No he podido evitar acordarme de Cris, de un día de primavera y de unos espárragos recién cocidos. De un pimentero grande y su textura a madera vieja, del sabor amargo y dulce...
Ella decía que le gustaba sentarse frente al horno, a ver como se hacían las cosas.
Bravo Álex.
Nos vemos, enjoy.
Quiérote.

7:40 a. m.  

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