27 julio, 2006

Canción de cuna I


Eres lo primero cada día. La primera imagen, la primera idea. Eres el principio, como el blues es el principio. Sencilla y triste como el blues más desgarrado. Clara y precisa como un punteo azul sin distorsión.
Te complicas con el día, con las manos alargadas de la chica del café, con las piernas de la dependienta rubia de la falda, con los ojos grandes y verdes de la chica del Dos Caballos amarillo, la media sonrisa de la mujer que me miró desde aquel taxi.
Avanza la tarde y te has vuelto un riff desgarrado y agudo como el lamento que escucho en mi cabeza. Distinta pero igual de sencilla y complicada que cuando rompió la mañana. Como el cristal que se hace trizas y lo llena todo de peligro. Resultas tan imposible de reconocer como una melodía que escucho por primera vez.
Eres lo último en la noche. El último rocanrol antes de dormir; antes de empezar a soñar que te secuestro en el Cadillac que compré para llevarte lejos. Antes de empezar a soñar con siete minutos y medio de country. Antes de querer ser la armónica que cala hasta la médula. Antes de pasar a ser Neil Young.